Cristhian Zúniga cobra cincuenta córdobas por cada corte de pelo, un precio económico pero competitivo en el sector donde vive.
En la misma casa donde vive ha instalado su pequeño salón de belleza en el que ella misma corta pelo, pinta uñas y maquilla.
Por: Amalia Morales.
Cuando tenía 18 años, Cristhian Zúniga acompañó a
una amiga a inscribirse en una academia de belleza, Bersy. No iba
pensando en matricularse, pero cuando entró le llamó la atención ese
planeta de uñas pintadas, pelos tinturados, peinados y se inscribió
junto con su amiga. Pasó todos los cursos necesarios y dos años después
se graduó de estilista en la academia de belleza. Su amiga abandonó la
carrera en el trayecto.
viernes, 1 de mayo de 2015
El maquillaje de Cristhian
Cuando se graduó ya tenía
trabajo en salones. Cristhian explica que desde que son estudiantes les
toca hacer prácticas en salones y por eso no fue difícil quedarse fija
en algún salón.
También, desde que se estudia en
las academias, tienen que irse haciendo de herramientas como tijeras,
trabas, pinzas, entre otros, y eso le facilitó trabajar por su cuenta y
cultivar su propia clientela.
“Tengo varias
clientas a domicilio”, comenta la estilista mientras rasura a un hombre
quien primero pide que no le enfoquen la cara en las fotos, y luego,
cuando Cristhian termina de cortarle el pelo, le dice entre bromeando y
vanidoso: “Le das mi número a la que venga a preguntarte por mí”.
Hace más de seis años ejerce el estilismo, tiene clientes en su casa pero también sale a peinar y a maquillar a domicilio.
Cristhian se sonríe. Además de trabajar en algunos
salones eventualmente, de visitar clientes a domicilio, ella ha montado
su propio salón de belleza en el barrio José Dolores Estrada, a dos
casas al sur de la cervecería. Y el hombre al que le está cortando el
pelo es probablemente un empleado de dicha cervecería.
De
allí tienen unos cuantos clientes. Unas son mujeres, oficinistas, que a
veces le piden cita para que las peine a las 6:00 a.m., porque es la
única hora a la que pueden. Otros, como este, aparecen de la nada y
piden que les corte el pelo.
“No se pueden hacer
milagros”, comenta otro hombre, quien sigue con la mirada el corte que
le hacen a su amigo. Cristhian se vuelve a sonreír.
El salón es un apéndice de la casa donde vive con su mamá, dos hermanas menores y su pequeña hija de dos años.
Su
mamá le cedió un pequeño espacio para que armara su centro de belleza.
Se entra por la puerta principal de la casa, donde hay una vitrina
exhibiendo algunos artículos. Se gira a la izquierda, se atraviesa una
pequeña puerta a la izquierda y de inmediato se está en el salón de
Cristhian.
Es tan pequeño que apenas caben un par de sillas con dos espejos rectangulares adosados a la pared.
La
decoración del pequeño salón incluye fotos de modelos rubias y
estilizadas. En una de esas fotos la modelo lleva el pelo rizado y
suelto, otro usa el peinado bob, que aún sigue de moda y consiste en
dejar el pelo muy corto atrás y largo adelante.
Uno de sus planes es ampliar la fachada del local.
Es uno de los cortes con mayor demanda, según cuenta Cristhian.
El
resto del mobiliario del salón lo componen un sillón naranja para los
que esperan, en uno de sus bordes hay tres revistas, la de encima es una
edición vieja de Vanidades. Otro mueble importante del pequeño recinto
es una mesa con una lámpara, es el equipo básico para arreglar las
manos.
Cuando arrancó con el salón, lo único que
Cristhian tuvo, además de las tijeras y las pinzas fue un espejo que le
costó cuatrocientos pesos. Ahora tiene dos más.
Hasta
hace poco pudo hacerse de una silla especial de peluquería. Dice que
son bastante costosas. Una nueva cuesta alrededor de 350 dólares y usada
alrededor de 300 dólares. “Son caras”, comenta Cristhian, de 26 años.
Al
fondo del cuarto, hay una refrigeradora y a la par un lavador de
cabezas, con un pequeño estante de tarros de champús y acondicionadores.
Cristhian
explica que aunque salió hace unos cuantos años de la academia, en este
oficio hay que actualizarse constantemente. Siempre aparecen nuevos
peinados, maquillaje, colores para pintar el pelo.
Dice que las mismas
casas comerciales que venden productos de belleza las invitan a
seminarios de actualización, sino ella busca por su cuenta.
Cristhian
tiene muchos planes para ampliar y mejorar su negocio, pero le falta
capital. Dice que sus ingresos rondan entre 4,000 y 6,000 pesos al mes.
“Quiero cambiarle la fachada”, cuenta la muchacha, quien todas las
noches va a la universidad para estudiar Mercadeo.
Un corte de pelo en este salón cuesta cincuenta
córdobas. “No se puede cobrar más en esta zona. Por aquí hay otros que
hacen el corte por cuarenta y treinta córdobas”, explica la muchacha que
hace unos minutos acabó con el corte de pelo y ahora espera a una
clienta que se pintará las uñas. Aprovecha el ínterin para maquillarse.
Dice que solo se había puesto la base en la cara y “me miro blanca (…),
no me saque así”, solicita la peluquera, quien para la ocasión se ha
puesto tacones, aclara que normalmente no trabaja así.
Aunque
ha pensado en moverse a otra zona, cree que no le conviene. Se ha
fijado que sectores como Bello Horizonte, Ciudad Jardín o Altamira ya
están saturados, en cambio, en el barrio no hay tantos salones.
Ampliar el salón es el plan de Cristhian Zúniga a quien le gusta trabajar en su casa porque así puede estar cerca de su hija.
Los domingos, Cristhian no siempre descansa. Es uno
de los días que más trabaja. Va a domicilio donde varias clientas que
solo tienen ese día para arreglarse el pelo. “Son trabajadoras de
oficina”, aclara la muchacha.
Enciende la lámpara
de escritorio y la muchacha que acaba de llegar extiende la mano encima
de una toalla. Cristhian se la toma, le extiende los dedos, extrae un
frasco de pintura, de varios que tiene a un lado y con delicadeza
desliza el cepillito. Las uñas transparentes poco a poco adquieren un
tono turquesa.
ESTUDIANTE DE MERCADEO
Cristhian Zúniga no se ha conformado con ser estilista y actualizarse en
seminarios eventuales sobre maquillaje y peinados. Hace un par de años
terminó la carrera de técnico medio en Administración de Empresas y de
allí siguió estudiando la carrera de Mercadeo en la Universidad
Politécnica. Actualmente cursa el segundo año. Estudia todas las noches y
está becada. Es duro, pero dice que le gusta mucho. Dice que el
mercadeo le está dando ideas sobre cómo mejorar y ampliar su pequeño
salón de belleza en el barrio José Dolores Estrada.
Tomado del diario digital, www.laprensa.com.ni, Managua, Nicaragua.
Sección: Reportaje Especial.
Viernes 01 de Mayo del 2015.
Publicado por Josue B en 7:31
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