Para asistir a los diferentes cursos que les imparten en las oficinas
del Marisela Toledo los ciegos atraviesan dificultades, como la poca
accesibilidad para movilizarse en la capital.
Estudian, pasan cursos, pero muchos no consiguen que las empresas les den empleo.
Por: Amalia Morales.
A simple vista es un curso más que se imparte en la sede de la organización de ciegos más grande del país, la Marisela Toledo, pero para los invidentes participantes es siempre la posibilidad de aprender algo que les pueda servir para lograr un empleo o al menos para autoemplearse.
“Usted sabe que para el ciego es muy difícil hallar trabajo. Nadie le quiere dar trabajo a uno aunque esté preparado”, dice Huete, de pie frente a una ventana con verjas donde amarró la oreja de la portamacetera que está armando.
El resto escucha la queja de su colega.
Maritza Ortiz quien arma un bolso con hilos de un rojo intenso, Norma Alicia Espinoza que de vez en cuando se para y va hacia el fondo del pasillo, en el portón tiene colgada tal vez un tercio de una faja blanco y negro.
Cerca de Bismarck Méndez, el instructor, que también es ciego, hay otros dos invidentes. Uno teje un portacelular en el peor color para un artículo como ese, en blanco y otro, Mario José Jarquín, parece trabajar una portamacetera o algo muy parecido. Una particularidad de los hombres : todos usan gafas de sol, aún bajo techo. Una particularidad de las mujeres: ninguna lleva gafas, sus miradas que no enfocan a ninguna parte, están siempre expuestas.
El portamacetera de Huete será la prueba cumbre de que ha aprendido a hacer artículos de macramé. Eso es lo último que se hace en el curso, explica Méndez, quien en su casa en el barrio Arlen Siu confecciona y vende artículos de macramé.
CON VARIOS OFICIOS
Méndez es un ciego preparado en oficios. Además del macramé, es masajista. Ha trabajado en ello. No hace mucho fue parte de un colectivo de ciegos que montó una clínica terapéutica allí mismo en Bolonia. Tuvieron que cerrarla porque no alcanzaban a pagar el alquiler, pero si lo buscan trabaja a domicilio.
Huete no es menos preparado. Es abogado y también masajista. “Después que quedé ciego, a los 17 años, solo quería aprender, quería salir adelante”, dice Huete, quien hace un par de años perdió un trabajo como masajista en un hotel “cuatro estrellas”, luego que cayera en un manjol destapado.
Bismarck Méndez se gana la vida fabricando artículos de macramé en su casa.
EL AZOTE DE LOS CIEGOS
Los manjoles sin tapas, los huecos que abundan en la ciudad, son un tema sensible para los ciegos.
Entre las oficinas del Marisela Toledo y la parada del parque Las Madres, menos de mil metros, hay media docena de huecos. Temen que en cualquier momento alguno de ellos se caiga. Se puede decir que es el tramo más transitado por los ciegos en Managua, en esa parada convergen varias rutas en las que se movilizan los ciegos.
“Por allí pasan la 119, la 102, la 4”, dice otro de los que trabaja con macramé.
“Ya tuvimos una baja hace poco”, comentan a coro Espinoza y Ortiz.
Traen a colación el caso de Beymar, un ciego que vive en Carazo y que hace poco allá en su pueblo cayó en un manjol y se fracturó la columna. Aún no se sabe si podrá caminar.
Los asistentes del curso de macramé se quejan, despotrican contra los huecos, hacen un mapa de calles pasconeadas: en el barrio San Luis, por Larreynaga, por Cristo Rey, por el Centro Comercial, lugares que ellos recorren diario. Lamentan que las autoridades no hacen nada por cubrir los baches que un vidente puede esquivar, pero ellos no.
Desde la organización han mandado cartas incontables a las autoridades de Enacal (Empresa Nicaragüense de Acueducto y Alcantarillado) y a la Alcaldía, pero nada.
“Hacen caso omiso”, dice otro.
“Ese es un grave problema para nosotros. Somos más de seiscientos ciegos que nos movemos aquí en Managua”, se impone Huete con voz y argumentos.
A veces un simple grito como “cuidado allí hay un hoyo”, podría ayudarlos, comentan, pero muchas veces ni ese auxilio encuentran en las calles, según dicen.
MENOS EMPLEO
La vez que se desencajó el hombro, Huete estuvo un tiempo en rehabilitación por cuenta propia, pero en el hotel no lo esperaron. Lo echaron.
“No se preocupan por nosotros. Solo vienen a pedirnos el voto en campaña”, comenta el mismo Huete.
Espinoza y Ortiz intentan explicarse la insensibilidad de las autoridades. “Como entre sus familiares no hay nadie ciego”, dice Espinoza, y Ortiz la apoya: “Hasta en ese momento reaccionan”.
“A veces ni así”, dice Huete escéptico. Uno de ellos comenta que el hijo de un comandante es débil visual, “y ni así”, dice. En cuanto al empleo, los ciegos manifiestan que la mayoría trabaja por “cuenta propia”.
A pesar de que la Ley 763 de los derechos de las personas con discapacidad llama a los empleadores a contratar a personas con discapacidad (al menos el dos por ciento de los empleados pueden serlo) no hay oportunidades para ellos, se queja el grupo de alumnos que mañana viernes termina este curso de macramé que será acreditado por Inatec (Instituto Nacional Tecnológico). Han recibido otros, algunos se dedican luego a confeccionar artículos y venderlos.
“Es blanco y negro, mmm, mejor lo hubieras hecho rojo y negro”, le dice el que hace el bolso blanco para celulares a Huete.
“Aquí no manda la Chayo (así la llamá Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, presidente de Nicaragua), ya me estás arrechando”, contesta Huete y mientras traslapa los hilos suelta un comentario que resume lo que ha sido este curso de macramé para ellos: “Este es un trabajo de paciencia”.
Y Méndez, el instructor, asiente con una sonrisa.
600
es la cantidad de ciegos que suben a los buses y circulan por las calles de la capital para realizar diferentes actividades: educativas y laborales. La poca accesibilidad en general y la gran cantidad de huecos son dificultades con las que lidian todos los días.
El “autoempleo” es la única alternativa de la mayoría de personas ciegas en el país.
Sordociegos a expoventa
Los sordociegos, otro grupo de personas con discapacidad, enfrentan aún más problemas para movilizarse por la ciudad. Ellos necesitan salir con un ayudante a las calles. Esta semana, los sordociegos celebran su semana y concluyen mañana con una feria en el parque de la colonia Máximo Jerez, donde venderán productos que ellos mismos elaboran con el propósito de lograr un ingreso económico. En la actividad contarán con el apoyo de la banda escolar del Instituto Elvis Díaz. El día de los sordo ciegos se celebra el 27 de junio en honor de Hellen Keller, una estadounidense que nació con ambas limitaciones, lo que no impidió que llegara a la universidad y escribiera varios libros, según explica Maritza Cisne, quien apoya a la organización de sordociegos en Nicaragua.
Tomado del diario digital, www.laprensa.com.ni , Managua, Nicaragua.
Sección: Reportaje Especial.
Jueves 25 de Junio del 2015.