Sobrevivio a una descarga eléctrica, está en silla de ruedas y tiene su propio negocio.
Gerald Aburto Hernández es técnico en refrigeración y aire
acondicionado. En 1986, cuando tenía 14 años, sufrió una descarga
eléctrica de un cable de alta tensión de 13 mil voltios, lo operaron de
la columna y ya no pudo recuperar la movilidad en sus piernas. A pesar
de su discapacidad, Aburto trabaja duro para sacar adelante a su
familia.
“Estaba arriba de un techo queriendo cortar una
naranja y recibí la descarga. Sobreviví a la descarga, pero en la caída
de una altura como de siete metros, se me dañó la columna y como estaba
en la etapa de desarrollo me explicaron los doctores que no me podían
operar, pero me advirtieron que con el tiempo iba a tener problemas”,
recordó.
A los 20 años,
Gerald empezó a perder fuerza en las piernas, se caía fácilmente y
recibió la mala noticia de que su columna no aguantaba su propio peso.
“Estaba comprimida la médula, tenía que hacerme una cirugía, me pidieron
unos materiales que eran caros, los conseguí hasta los cinco años que
gracias a Dios me los donaron, me operó el doctor y me hicieron una
fijación en la columna”, relató.
Este señor de 42 años
vende y reparara cocinas, microondas, planchas, abanicos, licuadoras,
arroceras, entre otras cosas. Aprendió este oficio gracias a su padre
José Noel Aburto, quien ya falleció.
“Yo creía que no
volvería a trabajar en lo que me gusta, tuve complicaciones, me operaron
cuatro veces, de una hernia y una úlcera que se me hizo por estar
sentado. La última cirugía fue hace un año, la más dura fue la de la
columna, porque me la fijaron con unos pernos y una platina”, contó
Hernández.
Este hombre de contextura recia llegó solo a su tercer año de secundaria, pero como se casó ya no pudo seguir estudiando.
Su
esposa y sus dos hijos han sido un pilar fundamental en su hogar, ellos
le ayudan en el negocio que se ubica de los semáforos de la terminal
Santiago, de Jinotepe, media cuadra al norte, sobre la Carretera
Panamericana.
Situación dura
Su motivación para seguir adelante es ver la felicidad de su familia y de haber regresado a Jinotepe a la casa que le heredó su abuelita.“Nosotros venimos de un proceso, mi abuelita iba a vender esta casa para operarme, nos fuimos a otro lado (Managua), pero gracias Dios me donaron los materiales y no hubo necesidad de venderla, volví a mi pueblo, con mi gente y recuperé los clientes”.
Este comerciante trabaja con préstamos en los bancos, adujo que hay semanas buenas y malas, pero que logra sacar siempre para la comida.
“A las personas con y sin discapacidad les digo que por muy difícil que sea la situación, Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros, la vida es una y hay que amarla”, concluyó.
Trabajo es difícil
Lo difícil de su trabajo, comentó Gerald Aburto Hernández es subir y bajar a su establecimiento por una rampa, la comprensión de la gente (clientes) y a veces la falta de un ayudante que esté de manera permanente. Refiere que ha capacitado a varios jóvenes, pero luego estos compran sus herramientas y se van para poner su propio negocio.Añadió que su vida no ha sido nada fácil, porque para poder movilizarse depende de su familia, madre, esposa y sus dos hijos que cursan la universidad.
“Yo uso una sonda foley para orinar, es duro, pero tengo fe en Dios que él haga el milagro y me saque de esta situación en la que me encuentro”, dijo.
Tomado del diario digital, www.laprensa.com.ni , Managua, Nicaragua.
Sección: Departamentales.
Jueves 29 de Diciembre del 2016.