¿Por qué no se me ocurrió a mí?
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Roberto Villegas. |
Encontrar una idea de negocios tiene mucho que ver con la capacidad de observación que tenga una persona. Esta característica marca la diferencia entre quienes con facilidad encuentran una veta empresarial y las personas que requieren de reflexiones, sugerencias, investigaciones y otros mecanismos complementarios para vislumbrar una posibilidad de negocios. Incluso, hay personas que pueden toparse de bruces frente a la tan esperada oportunidad para iniciar una actividad empresarial y la dejan pasar por no saberla distinguir. No es la primera vez que escucho frases como estas: ¿cómo no se me ocurrió a mí?; tuve esa idea pero no pensé que funcionara; me pareció demasiado sencillo; pero si yo viví allí y nunca se me ocurrió que fuese un punto comercial…
Ése no es el caso de Roberto Villegas, un ingeniero agrónomo que al observar el duro trabajo de las mujeres somoteñas para elaborar sus afamados productos se le prendió la chispa para desarrollar una interesante idea de negocio: buscar una alternativa que disminuyera los pasos del proceso productivo de las rosquillas. ¿Genio? ¿Especialista? ¿Rosquillólogo? ¡No! Simplemente comparó mentalmente el proceso productivo de la elaboración del pan con el de las rosquillas. Algo que muchas personas pueden haber visto cientos de veces en sus vidas sin que les despertara la más mínima inquietud. La diferencia con Roberto y otras personas fue hacerse esta pregunta: ¿por qué tiene que ser más arduo el trabajo de elaborar rosquillas que el de hacer el pan?
¿Por qué? La pregunta de la niñez. La pregunta que mientras vamos creciendo vamos olvidando, hasta que un día la utilizamos por última vez: ¿por qué me tengo que morir? Si las personas con deseos de ser emprendedores empresariales o sociales se preguntaran más a menudo el por qué, del por qué, del por qué; descubrirían la magia que encierra esa palabra con la que niñas y niños van construyendo sus primeros conocimientos para la vida.
Por ejemplo, se ha preguntado usted: ¿por qué, siendo un país tropical no tenemos una industria de refrescos naturales? ¿Por qué no hacemos del chancho con yuca o el vigorón un plato tan famoso y apetecido como las hamburguesas? ¿Por qué ahora, el pinolero que llevamos dentro, se pretende sacar (estimular) con guaro en lugar de pinolillo?
Claro, muchas veces descubrir ese “por qué” en la edad adulta implica un reto que no todas las personas están dispuestas a aceptar. Encontrar una alternativa de solución o de mejora implica hacer un poco más de lo que se estaba dispuesto a hacer. Es así que por pereza mental, falta de perseverancia y hasta de patriotismo, se dejan tiradas en el camino de la vida muchas oportunidades de tomar la senda del empresariado.
Una idea de negocios captada al vuelo
Vamos a conversar un poco más con Villegas, para que nos cuente los orígenes, proceso y alcance de su plan de negocios, que entre otros objetivos persigue hacer más fácil la vida de miles de trabajadoras, cuidar el medioambiente y estandarizar la calidad de las rosquillas somoteñas.Roberto, ¿cómo te acercaste al mundo de las rosquillas?
Llegué a la ciudad de Somoto en el año 2005, por un proyecto cofinanciado por el IDR y la Cooperativa 1ro de noviembre, conformada por 48 mujeres rosquilleras. Un proyecto para mejorar su infraestructura, hacer que sus talleres sean más higiénicos y lograr mayor competitividad en el mercado. Yo noté que el proceso era muy duro: comienzan a trabajar a las dos de la mañana y tienen que hacer dos viajes a un molino, a las seis comienza la faena de preparar las rosquillas, calentar los hornos y así pasan el día hasta llegar a las tres de la tarde trabajando. Y eso que las dueñas no descansan, porque los preparativos para la harina comienzan desde el día anterior. Un día antes están salcochando el maíz, poniéndolo a secar, enfriándolo… A esto hay que sumar la permanente búsqueda de mano de obra que cada día es más escasa, la necesidad de conseguir leña…
¿Cuál fue el siguiente paso, después de observar tal situación?
Les pregunté que si tuvieran quien les vendiera una harina preparada especialmente para rosquillas, ellas la comprarían. Todas respondieron que sí. De ahí me nació la idea de hacer el estudio de mercado, analizar la posibilidad de instalarme en la zona. También pensando en que soy un funcionario del IDR, que los empleos se terminan y que es muy triste buscar alternativas de subsistencia hasta que se está desempleado. Qué mejor que iniciar un negocio propio antes de llegar a tal situación, me dije. Así me nació la idea.
Elabora un plan de negocios, concursa y gana diez mil dólares
Del dicho al hecho, hay un emprendedor; dice un sabio refrán. Y Villegas lo comprueba al tomar aquella idea, escribirla en un plan de negocios, afinar los números y pulir su redacción, hasta que un día, pese a la desconfianza que le generaban los concursos, decide participar en la invitación que año con año hace Technoserve a los emprendedores de nuestro país. Se inscribió, recibió asesoría, intercambió experiencias con otros participantes, hasta que finalmente cumplió con los requisitos del concurso. “Eran 118 aspirantes a siete premios. Se miraba lejos”. Recuerda Villegas.
¿Qué tan difícil es participar en ese proceso?
Para uno que vive hasta en Somoto y debe recibir clases todos los días de la semana durante un período de tiempo, se torna un poco difícil, viajar, trabajar, estudiar e ir mejorando el plan de negocios, pero se puede hacer. Hubo varias pruebas y pre-selecciones; fui avanzando y avanzando, hasta que finalmente mi proyecto fue uno de los siete premiados.
¿Existe equipo adecuado para lograr esa harina tan esperada?
El proyecto contempla la construcción de la maquinaria. Para comenzar, debo decirte que la tradición para moler el maíz es hacerlo con discos dentados, nosotros hemos diseñado una máquina que primero utilizará martillos para quebrar el maíz y hasta después se pasará por los discos. Esto acelera el proceso y disminuye costos. Adicionalmente, para la cocción del maíz estamos ideando un equipo que trabaje con gas butano para evitar un mayor despale en la zona.
¿Han hecho pruebas del producto que se obtendrá?
Con un grupo de mujeres me asesoré sobre el proceso. No es sólo poner a cocer el maíz; hay que lograr lo que le llaman el punto. Los resultados han sido excelentes.
¿Pensás exportar esta harina?
La idea es que los nicaragüenses que viven en el exterior puedan tener acceso a esta harina y hacer sus propias rosquillas. Para esto falta ajustar algunos detalles productivos para que la harina conserve sus propiedades durante un buen tiempo.¿Cuál será el volumen de producción?
Según nuestro plan de negocios vamos a producir 14,400 quintales el primer año, tomando en cuenta que en los inicios sólo vamos a abastecer ciertos talleres. En Somoto hay ciento cincuenta talleres, eso quiere decir que tenemos potencial para crecer tres o cuatro veces sin salir de la zona.
¿Creés que con tu harina se puedan instalar algunos talleres en Managua?
(Ríe sin poder contenerlo) Dicen las mujeres de Somoto que allá hay un secreto que no se revela. Ellas tienen un punto que no revelan a nadie, es un secreto generacional. Ni yo lo conozco, el secreto está en la mezcla de la harina con otros ingredientes.
¿Piensas dejar de trabajar en el IDR y dedicarte a tu empresa?
Éstos son mis últimos días como empleado, la empresa arranca su producción este mes.
¿Hay alguna experiencia similar en América Latina?
No. Nuestras investigaciones nos demuestran que no hay otra.
¿Un mensaje final?
Agradecer a todas las personas que me han ayudado con mi proyecto, a las mujeres de Somoto, a Technoserve y tantas otras.Tomado de El Nuevo Diario, Managua, Nicaragua.
Sección: Emprendedores
Domingo 27 de Abril del 2008.
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