viernes, 9 de marzo de 2012

Incubada en un garaje

VegyFrut S.A., que nació en la cochera de una casa, hoy es una exportadora pionera de frutas y verduras procesadas a EE. UU.

Wendy Álvarez Hidalgo

Si algo ha aprendido Carlos Solórzano Gutiérrez, 29 años, es que todo comienzo es difícil, pero es posible cuando se trabaja con esfuerzo. Lo ha vivido en carne propia. Empezó hace seis años un pequeño negocio que facturaba 800 dólares anuales y ahora mueve más de medio millón de dólares en ventas.

El garaje de su casa fue la incubadora de lo que hoy es VegyFrut S.A., una empresa pionera en el procesamiento y empaque de frutas y verduras frescas. Exporta, emplea a más de 45 personas, ha diversificado su oferta y abastece a una de las cadenas de supermercados más reconocidas del país: Hortifruti de Walmart y PriceSmart. Todo esto en solo seis años de existencia. ¿Cómo lo ha logrado? Acá su historia.

Los recuerdos sobre los momentos difíciles todavía están frescos en la memoria de Carlos. Se aventuró a este negocio cuando tenía 24 años. Finalizó sus estudios universitarios en Costa Rica y un día por casualidad leyó un artículo sobre una convocatoria de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid) para un concurso llamado Idea tu Empresa .

Él había realizado un estudio de mercado sobre el negocio de las frutas y verduras frescas y descubrió que tenía una gran oportunidad en Nicaragua. El problema es que no tenía capital. En papel plasmó todas sus ideas empresariales y las envió al certamen donde resultó ganador.

A través de este concurso obtuvo un capital semilla de 10,000 dólares. Era insuficiente, pero al menos pudo comprar varios congeladores, acondicionó el garaje de su casa y contactó a varios productores para que lo abastecieran con verduras y frutas, que luego procesaba.

“Fue muy difícil”, comenta Carlos sentado en su amplia y cómoda oficina de gerencia, en el kilómetro 19.9 Carretera a Masaya. Desde ahí controla a través de una pantalla todas las áreas de operaciones de la empresa. En las paredes cuelga los múltiples reconocimientos que ha recibido por su crecimiento. Enmarcado tiene el gran cheque simbólico que recibió cuando ganó el premio de Usaid, con el que inició la empresa.

LOS SACRIFICIOS NOCTURNOS

Todavía recuerda cuando se levantaba de madrugada para rociar con agua las lechugas, porque al no tener un cuarto frío, el comestible se deshidrataba. Las verduras se le quemaban en el congelador. Pero en medio de estas dificultades, Carlos asegura que confiaba en que sacaría adelante el negocio, porque tenía las condiciones de mercado a su favor.

Durante los primeros tres años ahorró las pocas utilidades que le dejaba la empresa. Trabajó mucho en la calidad. Él y su esposa distribuían en su propio carro los pedidos a grandes empresas de restaurantes en Managua. “Había veces que no vendían el producto y se perdían. Desde las 4:00 de la mañana me levantaba y con un camión que me prestaban iba hasta Jinotega a traer los productos”, sostiene.

Carlos con dificultad regresaba a la capital y procesaba las verduras y frutas. Las pelaba, lavaba y empacaba e iba corriendo a entregarlas a varios negocios en la populosa Zona Rosa. “Los clientes me decían que cómo era posible que les llevara el producto a las 12:00 del mediodía, a la hora del almuerzo. Era frustrante”, recuerda.

Dos años después este joven logró conseguir un préstamo de 50,000 dólares con Agora Partnerships y junto con sus ahorros compró y construyó lo que hoy es su empresa. Además, extendió su red de abastecedores y hoy trabajan con más de 50 productores de Estelí, Matagalpa, Jinotega, Masaya, Rivas y otros.

IMPUESTOS QUE PESAN

Si hay una preocupación en común que comparten las micro y pequeñas empresas es la alta carga impositiva que recae sobre ellas. El negocio de Carlos no es la excepción. “Para ser pequeña empresa pagamos impuestos como si fuéramos grandes empresas. Mis costos son altos porque pago impuesto a las alcaldías, al Seguro”, sostiene.

El joven empresario asegura que trabajar con los productores tampoco ha sido fácil. Sobre todo cuando se trata de cuidar la calidad en el campo. Actualmente distribuyen más de 60 tipos de vegetales en el mercado nacional.

Carlos cree que el problema es que existe mucha inconsistencia entre los productores. “Dos semanas te entregan vegetales con buena calidad y la otra semana te entregan otra calidad”, afirma. Para ayudar a algunos campesinos esta empresa está facilitándoles materiales e insumos agrícolas en condiciones crediticias accesibles. Ahora siembran los 12 meses del año.

Pero a veces falta compromiso. Una vez Carlos le facilitó a un grupo de productores semillas traídas de Estados Unidos, pero los campesinos al ver los buenos rendimientos optaron por vender sus cosechas a otras empresas que ofrecían mejor paga.

El empresario reconoce que también hay casos de éxitos. “Tengo un productor que en 2006 y 2007 nos vendía hasta 1,500 córdobas a la semana ahora nos entrega más de 30,000 en este mismo periodo”, relata. Otro trabajador que le pagaba por el acarreo de cajas y hoy es dueño de una camioneta y camión. El secreto de éxito en este caso es la alianza y perseverancia.

Diversifica su oferta

La diversificación de la oferta de VegyFrut S.A. le ha abierto puertas en el mercado internacional. Este año trabaja en la siembra de okra, que pretende exportar a Estados Unidos. Estima unas 25 mil cajas.

Carlos Solórzano Gutiérrez, gerente de VegyFrut, expresa que la diversificación de su oferta ha sido clave para alcanzar el éxito, esto en alianza con los productores. “Existe una confianza abierta entre los productores y la empresa y eso ha sido positivo”, manifiesta.

El primer envío a Estados Unidos fue el año pasado, con 14 contenedores de sandías sin semillas, volumen que espera este año duplicar sus ventas al exterior. Y dentro de cinco años enviar unos 60 contenedores.

En Nagarote alquila una finca donde emplea a otras 40 personas, encargadas de recibir los productos del interior del país.

Tomado del diario La Prensa S.A., Managua, Nicaragua.

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Viernes 9 de Marzo del 2012.




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