viernes, 10 de octubre de 2008

El síndrome del choco-banano

una enfermedad por erradicar



El síndrome  del choco-banano - Foto

En un barrio cualquiera, una persona escribe en un pedazo de cartón el siguiente anuncio: “Se vende choco-bananos”, y lo coloca en un lugar visible para las personas que frente a su casa transitan. La oferta tiene acogida en la población, especialmente la infantil, y el negocio de vender esa fruta congelada y bañada en chocolate se vuelve un entra y sale de clientes en la casa.

Una semana más tarde, varias casas de la misma cuadra tienen rótulos similares: “Se vende choco-bananos”, la diferencia es que los nuevos rótulos resaltan el precio del choco-banano, el cual es menor al que lo venden las personas de la vivienda que comenzó ese tipo de negocio.

Al fenómeno anterior le doy el calificativo de “El síndrome del choco-banano”, lo cual debe entenderse como la enfermedad de copiar, y… hasta mal copiar, con tal de evitar pensar.

¿No se le antoja preguntarse en el ejemplo anterior, por qué alguien tiene que copiar exactamente lo que otra persona hizo y tratar de captar clientela simplemente bajando el precio? ¿Por qué será que no se les ocurre captar clientela innovando algo del producto? ¿Por qué será que no se les ocurre hacer choco-naranjas, choco-jocotes o choco-mangos? ¿O tal vez, elaborar pan, tortillas, galletas, refrescos o sorbete de banano? ¿Será que tenemos la creencia que pensar hace que duela la cabeza?

Claro, como toda enfermedad, la misma no abarca a toda la población. Sin embargo, es tan frecuente como el catarro y también como el catarro, es bien fácil de adquirirla. Lo veo a menudo con los/as estudiantes de diversos niveles con los cuales comparto mis conocimientos y puntos de vista. Además, me lo expresan funcionarios de instituciones de apoyo al emprendimiento empresarial y a las mipymes: “Siempre se repiten los mismos productos y servicios; no hay innovación; así cuándo vamos a mejorar nuestra competitividad…”.

Son varias de las quejas que suelen aparecer al abordar el tema. ¿Qué hacer entonces, para evitar que los proyectos emprendedores dejen de copiar, sin vergüenza alguna, las cajetas de doña Rosita, los jugos de don Ramoncito, las muñequitas de Juanita o la carne asada de doña Monchita, y se presenten proyectos más innovadores?

Una fórmula mágica no hay, pero en el caso de las/os estudiantes activos, creo que el profesorado debe ocuparse por desarrollar más la habilidad de pensar, que la de memorizar. Y en el caso de quienes por razones varias no pueden o pudieron estudiar, procurar hacer ejercicios mentales como leer e interpretar la lectura, no leer por leer; hacer una composición, inventar cuentos cortos; si es artesano, probar hacer las cosas de diferente manera; experimentar y experimentar. No tener miedo a equivocarse. Equivocarse no es malo, lo malo es volver a cometer los errores. Lo malo es ocultarlos. Eso no es ético.

Retomando el tema: la creatividad e innovación no es privilegio de personas superdotadas o muy estudiadas. No. Es fundamentalmente un asunto de hábito y por supuesto, conocer algunas metodologías que faciliten el desarrollo de esta habilidad que todos tenemos, pero que muy poco utilizamos. A continuación les presento una metodología conocida como Scamper, con la cual he tenido varias experiencias muy positivas.

Scamper

Es una técnica de creatividad o de desarrollo de nuevas ideas a partir de una lista de chequeo. Se utiliza principalmente para mejorar un producto, servicio o proceso existente. Es muy útil para abrir la mente a nuevas formas y poder enfocar toda nuestra capacidad creativa, cubriendo varios puntos que a veces se nos pasan por alto.

Se debe primero identificar el elemento que se desea mejorar. Éste generalmente será un producto, un servicio o un proceso, pero puede ser cualquier tipo de objeto de estudio que pueda ser mejorado. Luego que está bien definido el objetivo, se comienza a generar ideas basándose en preguntas que derivan de las acciones que plantea la técnica: (ver gráfico).

Experiencia con jóvenes de una zona semi-rural

Hace poco más de un mes tuve una experiencia con un grupo de jóvenes de secundaria, habitantes de una zona semi-rural, los cuales experimentaron por primera vez la utilización de la metodología Scamper. Fue algo a quemarropa. “Aquí está mi maletín”, les dije, “es un modelo corriente, de cuero, igual que muchos otros. Quiero que me lo transformen aplicando Scamper”.

Hora y media después, el diseño resultante fue el siguiente: sustituyeron la agarradera de mano por una correa para guindar en el hombro; le adaptaron un control remoto y unos rodos; también una lámpara para utilizarla durante los apagones. Modificaron el modelo para adaptar la lámpara, ubicar el sensor del control remoto, más una pequeña batería. Igualmente modificaron el diseño para que se le diera otro uso: cuando el maletín estuviese vacío se convertiría en una pelota de fútbol. Le eliminaron una división interna y redujeron al mínimo la cantidad de herrajes.

Si usted analiza, cada uno de los elementos de Scamper: sustituir, combinar, adaptar, modificar, para otros usos, eliminar y reordenar, fueron utilizados para modificar mi maletín, prácticamente en un nuevo producto.

Jugo de neuronas

Lo más importante para que funcione el Scamper es que exista mente abierta y disposición a la innovación de parte de la persona o equipo que lo utilizará. Debe seleccionarse una persona que anote todas las ideas en una pizarra, de forma tal que las y los participantes se estimulen al ver la cantidad de ideas que van brotando de ellos mismos.

Generalmente los participantes se admiran de las ideas innovadoras que logran generar con esta dinámica. Un punto muy, pero muy importante, es que haya un moderador que lleve las preguntas al extremo, que le saque jugo a las neuronas. Si se está aplicando la “S” de sustituir y se han sustituido varios elementos, el moderador debe preguntar: qué más, y qué más y qué más… hasta llegar a anotar la mayor cantidad de propuestas posibles. Esa dinámica se deberá hacer en cada pregunta básica de Scamper. El moderador deberá involucrar a cada miembro del grupo participante; nadie debe quedar sin brindar un aporte. Debe repetirles hasta la saciedad, que no hay aporte o idea incorrecta, que todo se vale. Deberá estimular con frases positivas a continuar imaginado respuestas a cada pregunta y aplaudiendo las más geniales.

Una vez terminada la extracción del jugo de neuronas, se escogen las ideas más adecuadas para llevarse a la práctica, y se escribe en la pizarra cuál será el diseño y características del nuevo producto o servicio. Si en la concurrencia hay alguien que pueda ilustrar con un dibujo el nuevo producto, mucho mejor.

Debo añadir que la metodología tiene por cada pregunta principal otras preguntas auxiliares que ayudan a no quedarse trabado en la generación de ideas. Es importante también señalar que el Scamper se puede aplicar hasta en nuestras propias vidas.

Si se busca en internet, es muy fácil profundizar sobre el Scamper y sus beneficios. Información abunda al respecto, lo que no abunda es la disciplina de realizar el ejercicio. Lo más grave del caso es que al dejar de ejercitar nuestra capacidad innovadora, inconscientemente alimentamos la creencia que solamente otros países tienen el potencial de hacerlo. Ojo, pestaña y ceja, amigas y amigos emprendedores.

Tomado de El Nuevo Diario, Managua, Nicaragua.
Sección: Emprendedores.
Viernes 10 de Octubre del 2008

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