Por: Dora González Alvarez
Conozca la historia de un emprendedor que se aventuró en un sector en el cual hay poca oferta.
La
necesidad de independizarse y mejorar sus condiciones de vida fueron
claves para que Javier Delgadillo montara su empresa Acrilicar, una
microempresa familiar formal que elabora focos, pidevías, retrovisores y
cualquier pieza a base de material acrílico.
En
1998 entró a un taller de esa misma línea como ayudante, pero desde
entonces su visión fue independizarse, aunque para ello el deseo y
entusiasmo no bastaban; debía tener un capital para hacer realidad su
sueño. Dos años después se unió con otro compañero y lograron juntar
1,200 dólares, que fue su fondo semilla. El primer trabajo fue fabricar
una cruz para una iglesia católica, la ganancia la invirtieron en
equipos para continuar su proyecto en el que se mantuvieron juntos por
13 años, hasta que hace dos años decidieron independizarse.
Es ahí donde los retos volvieron con fuerza. Se trataba de resurgir esta vez con la experiencia adquirida.
“La base del éxito ha sido la responsabilidad, puntualidad en la entrega
del trabajo, amabilidad con los clientes, precios bajos, calidad del
trabajo porque la calidad es la mayor publicidad que se puede hacer
porque te recomiendan otras personas”, considera Delgadillo.
Parte
del éxito de ese negocio es que el uso de este tipo de piezas permite
un ahorro de hasta sesenta por ciento respecto al precio de una pieza
original, expresaron algunos clientes.
En ese tipo de talleres la
competencia no es mucha pero sí existe al menos en Managua cuatro
similares que “han salido de este mismo lugar, van luchando igual cuando
yo inicié, porque el mayor reto es conseguir financiamiento, al menos
yo no lo tuve; tuve que recurrir a los ahorros y una tía me prestó la
otra parte”, cuenta el emprendedor.
SEMILLERO
En la nueva etapa de Acrilicar —tras la separación de su socio— solo dos
laboraban y en la actualidad el personal está compuesto por cinco
miembros de la familia, asegurados.
Flor Meza, su esposa,
es la encargada de atención al cliente y facturar. Ella reconoce que
cuando le plantearon la idea de iniciar su propio negocio tuvo temor,
pero que siempre apoyó a su esposo. “Lo primero que hice fue
encomendarlo a Dios, después empezamos a ahorrar, todo el dinero que
entraba era para comprar materiales y así poco a poco hemos logrado
mantenernos”, destaca. No excederse en los gastos o no comprar cosas
innecesarias les permitió lograr sus metas.
El hermano de
Javier, Ronald Delgadillo, ha sido un apoyo importante porque lo ha
respaldado en todas sus decisiones. “Este negocio familiar se ha logrado
porque ponemos todo el empeño para ser los mejores, ahora nuestra
visión es otra porque en un futuro pretendo independizarme ya que el
nicho de mercado es poco y me da la oportunidad de establecerme”,
adelanta.
El matrimonio Delgadillo Meza coincide en que la clave para que un
negocio funcione es que haya armonía entre los propietarios y
trabajadores para que el trabajo que realicen sea con amor y se logre la
calidad, además de que el cliente sienta la satisfacción del servicio
brindado, que la hora acordada de entrega de la pieza se respete y sobre
todo que el dueño esté trabajando a la par del resto.
EN CRECIMIENTO
En la actualidad reciben trabajos de instituciones del Estado, empresas
privadas y negocios independientes, de todos los departamentos del país.
Ante esa demanda uno de los proyectos que tienen a corto plazo es
conseguir un crédito para comprar nuevos equipos y ampliar los servicios
del taller.
Además pretenden iniciar un proceso de tecnificación y
capacitación para todo el personal, lo que les permitiría innovar en
algunas de las piezas que elaboran.
CONTACTO
Propietario: Javier Delgadillo.
Dirección: Semáforos de la Asamblea Nacional, siete cuadras y media al oeste, mano derecha.
Teléfono: 2250-5043.
Tomado del diario digital, www.laprensa.com.ni , Managua, Nicaragua.
Sección: Economía.
Viernes 29 de Julio del 2016.
viernes, 29 de julio de 2016
De ayudante a propietario
Publicado por Josue B en 17:00 0 comentarios
domingo, 24 de julio de 2016
El nica que hace diesel con plástico
Germán Jiménez es un nica que inventó una máquina que puede procesar plástico y convertirlo en diesel. Revista Domingo le cuenta su historia.
Germán Jiménez utilizando los equipos más modernos de su proyecto de elaboración de diesel con bolsas plásticas.
Por: Vladimir Vásquez
El hombre de cabello blanco es Germán Jiménez. Está de pie frente a una pared que refleja los colores de unas lámparas, tiene un micrófono que le recorre todo el cachete y termina con una pelota que recoge el sonido de su voz, proyectándola ante el auditorio. Es una conferencia de TedX y está hablando de su más reciente invento, una máquina que puede procesar plástico y convertirlo en diesel. El primer prototipo, que recibió el nombre de olla tamalera, fue construido con ladrillos y metal y el éxito llegó cuando días después de haber metido plástico, salieron diez gotitas de diesel. “Esa ollita la pusimos a trabajar cuatro semanas, agarramos bolsas de las bananeras y se las echamos y después salieron como diez gotitas de diesel. Ese día celebramos como nunca”, expresa Jiménez ante el auditorio.
Esta es la historia de un nicaragüense que está teniendo éxito en Costa Rica y que cree que ha tenido muchos golpes de suerte en la vida. Germán Jiménez era un joven cualquiera en la Nicaragua de los años 80. Su familia vivió en la colonia Unidad de Propósitos y estudió su primaria en el Colegio Madre Cayetana Alberta, donde fue uno de los alumnos destacados. Tan buen estudiante era que le tocó representar a su colegio en el programa de televisión El Pollito Intelectual, un programa creado por el fallecido profesor Julio César Sandoval, predecesor de la Liga del Saber.
La versión más avanzada del proyecto fue elaborada por expertos en ingeniería.
Años más tarde logró obtener una beca para estudiar en el Colegio Centro
América. Jiménez usa mucho la frase “me abrió la mente”, para describir
los cambios en su vida que le hicieron tener un nuevo enfoque y nuevas
metas. Eso fue el Colegio Centro América para él. Un espacio donde
aprendió a retarse a sí mismo, ya que según cuenta, los profesores
siempre lo animaban a hacer más y mejores cosas.
Cuando cumplió 15 años, sus padres tomaron una decisión difícil. Lo enviaron a Costa Rica para que no fuese reclutado en el Servicio Militar Patriótico y así es como emprendió su viaje hasta llegar al vecino del sur. “Hay momentos donde aparece más de un camino en la vida”, dice Jiménez ante el auditorio, mientras explica cómo su proyecto logró avanzar y se preparan para producir más de mil litros diarios de combustible con las nuevas máquinas que mandaron a retiro a “la olla tamalera”.
Pero volvamos atrás, antes de la presentación del TedX en Alajuela y antes que se le ocurriera que podía hacer combustible de bolsas plásticas usadas. Nos quedamos en la parte donde Jiménez se fue para Costa Rica. Allá se fue a vivir donde un tío que le daba alojamiento, pero si necesitaba dinero tenía que buscar un trabajo. Así fue como ese familiar le ayudó para que empezara a trabajar como asistente de cocina.Le tocó vivir en Alajuela, una provincia que describe como “poco citadina”, lo que contribuyó para que su estadía fuera mucho más fácil, dado que llegaba de una Nicaragua poco desarrollada. Consiguió una beca para poder estudiar en la universidad y así entró a la carrera de Ingeniería Química, de la que se graduó en 1993.
Su primer empleo como ingeniero químico fue en una empresa de llantas, luego ocupó un cargo en una empresa de plásticos y más tarde se encontró un buen trabajo en la compañía Intel, donde desarrollaba chips de computadoras.
La empresa cerró después de 17 años de operaciones y entonces surgió la oportunidad de empezar su propio proyecto. “Un amigo que conozco desde hace más de 20 años llegó y me comentó: ‘Mirá, hay un señor en San Carlos que nos compra metanol y lo usa para crear biodiesel’”, cuenta Jiménez en la presentación ante el auditorio. Lo lógico en esos casos es pensar que la persona es un químico, pero no, su gran sorpresa fue darse cuenta que el hombre apenas había terminado la secundaria y tenía una empresa de camiones.
Así empieza a surgir la idea de crear una máquina que pueda convertir el plástico en combustible y más tarde nace “la olla tamalera”, el primer prototipo de este proyecto y cuyos ladrillos él mismo tuvo que colocar, a pesar de no saber nada de la construcción. Pero esa parte ya la saben. Avancemos un poco. Jiménez y un grupo de amigos que ya tenían el concepto de todo entraron a un concurso organizado por el Gobierno de Costa Rica en el que podían lograr un fondo no reembolsable de seis mil dólares para su proyecto. Presentaron el proyecto y lograron obtener el capital semilla para crear un concepto mucho más complejo lleno de grandes tubos que ayudan a convertir el combustible. Y así es como ahora proyectan que en un futuro cercano podrán generar uno mil litros de combustibles diarios y más adelante, eso podrá convertirse en toneladas. Y es que esas máquinas que construyeron pueden producir gasolina, diesel y otros hidrocarburos que luego serán comercializados.
La olla tamalera. El prototipo que dio origen al proyecto.
Según expresa Jiménez, en conversación con LA PRENSA, quizás más adelante ellos podrían venir a Nicaragua y poner una de esas plantas de bajo costo para procesar el plástico y así darle trabajo a las personas que se dedican a la recolección. Prueba de ello es que en Costa Rica ya tienen prevista una alianza con un grupo de unas 500 personas recolectoras que recibirán un pago por el plástico que puedan entregar.
Por ahora dice que no admiten socios capitalistas en el proyecto, pues a pesar que buscan darle rentabilidad, tratan de hacer una obra social que permita contribuir con el medioambiente y a la vez darle empleo a otras personas. Por eso ahora están intentando obtener un fondo reembolsable de 50 mil dólares que les permitirá ampliarse y concluir con su sueño. “Si ustedes tienen una idea, conviértanla en un prototipo y ahí es donde se va a vender”, expresa Jiménez ante el auditorio.
Jiménez agradece al auditorio y hace un saludo que casi parece una reverencia, mientras el auditorio aplaude por la charla motivacional que quedó inmortalizada en YouTube.
Si su proyecto lograra ampliarse y poner una planta en Nicaragua, Jiménez pondría a su papá Germán Jiménez a cargo de las ventas y el manejo de la planta. ¡Ah! Es que eso no se los conté. El señor Jiménez entró en el 2014 al Salón de la Fama del Beisbol Nicaragüense por completar cien jonrones y ser un destacado deportista que se retiró en 1984. Jiménez Bustos ahora tiene un negocio en el centro de San José, pero esa, esa es otra historia.
Germán Jiménez (frente) y su padre Germán Jiménez Bustos (detrás), durante una gira familiar por cinco estadios de beisbol de Estados Unidos.
Tomado del diario digital, www.laprensa.com.ni , Managua, Nicaragua.
Suplemento: Domingo.
Domingo 24 de Julio del 2016.
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jueves, 21 de julio de 2016
Acarician el éxito de lo intangible
Por: Wendy Alvarez Hidalgo
Alejandra Romero estaba en la universidad cuando su celular comenzó a
sonar. Era su entonces novio Ramsés Rivas quien llamaba para comunicarle
una decisión que la dejaría estupefacta: “renuncié a mi empleo y voy
crear mi propia empresa. ¿Te querés sumar?” Ella estaba en su último año
de la carrera de Derecho y él tenía varios años trabajando para una
empresa instalando redes, reparando computadoras o desarrollando
software para compañías comerciales, pero ninguno tenía experiencia en
cómo manejar un negocio, cómo dirigir un personal o cómo obtener un
capital semilla para echar a andar una idea de negocio. Pronto entrarían
a un terreno desconocido, pero prometedor.
De lo que estaban claros es que querían emprender y Alejandra estaba ahí
para ayudar a Ramsés a hacer realidad un sueño que agarró más fuerza
desde que estudiaba Ingeniería en Sistema en la Universidad Nacional de
Ingeniería (UNI). Ramsés se afianzó de su convicción de que: “nosotros
los nicaragüenses tenemos la capacidad de crear tecnología desarrollando
software tan competitivos como los que vienen de afuera”.
Fue así como con su liquidación y un préstamo facilitado por un amigo y
tras hacer números llegó a la conclusión de que para comenzar el negocio
necesitaban: una computadora portátil, un celular, un escritorio, una
pequeña oficina y una persona que se encargara de los aspectos
administrativos del negocio, lo que asumió Alejandra. El capital
semilla: 3,000 dólares.
Cuando Ramsés renunció a su empleo sintió miedo. “Tenía miedo saber que
ya no iba a ir al cajero los 15 y 30 de cada mes a recoger mi salario y
que ahora debía salir a las calles a buscarme la vida”, relata.
Los primeros pasos de lo que hoy es Beê Business Suite fueron difíciles.
Ambos emprendedores tuvieron que talonear las calles en busca de
clientes. Ramsés aprovechó su contacto con las empresas donde había
ofrecido su servicio y fue así como logró de entrada garantizarse cinco
clientes.
En el portafolio comenzaron a ofrecer software estándar, es decir que no
son modificables y que solo los vendían a negocios vinculados al sector
comercio. Alejandra explica que el salto de la empresa se dio cuando
optaron por el diseño de software desarrollados a la medida, que son
aquellos que se diseñan según la necesidad del cliente.
El estándar por ejemplo se usa en los restaurantes, farmacias,
librerías, empresas de servicios, ferreterías, entre otros, mientras que
el software a la medida es demandado por empresas de transporte,
control de ganado, control de producción, control de óptica, control de
centros médicos, explica Alejandra. Esta innovación en la carpeta de
servicios de la empresa junto con la calidad de cada uno de estos
productos, fue lo que permitió que la empresa creciera rápidamente hasta
tener hoy en su base de clientes a más de 200 empresas.
Pero Ramsés y Alejandra no solo se limitaron a innovar en sus productos,
sino que también apostaron por un nicho de mercado al que muy pocos lo
hacen: las pequeñas y medianas empresas (pymes). En este segmento de
mercado ambos emprendedores descubrieron que no solo hay necesidad
adaptar estos sistemas digitales, sino que también se requiere de
capacitación porque “el conocimiento ahí es muy empírico” en el uso de
estas herramientas tecnológicas. La capacitación y asesoría es otro
valor agregado del negocio. Hoy por hoy las ventas de esta empresa
crecen más del 90 por ciento anual.
“La mayoría de nuestro crecimiento es de boca en boca, un informático le
cuenta a otro, otra empresa le cuenta de la calidad de nuestras
soluciones tecnológicas, así hemos crecido, casi el ciento por ciento de
nuestro crecimiento ha sido por eso”, afirma.
Desde que
nació, en 2004, Beê Business Suite se han diseñado 30 tipos de software,
algunos de los cuales han sido patentizados, otros no porque, según
Ramsés, el problema es que registrar en Nicaragua este tipo de producto
es carísimo (unos 120 dólares) cuando en países de la región cuesta unos
20 dólares. Además cada vez que se actualiza un software se paga como
si fuera un nuevo producto, algo que no es así en otros países.
LOS MOMENTOS DIFÍCILES
A Ramsés una sensación de angustia mezclada con alegría lo embarga
cuando mira hacia atrás. Recuerda que una vez obtenida las herramientas
básicas para comenzar el negocio y a medida que este venía creciendo se
vieron en la necesidad de contratar a otro ingeniero en sistemas para
cumplir en tiempo y forma los pedidos de los clientes.
Fue así como la planilla pasa de dos a tres personas, pero el salario
del tercer trabajador siempre era motivo de preocupación porque cada mes
debían garantizarlo. “Si en el momento que decidí emprender este
negocio hubiese sabido todo lo que debía pasar para llegar hasta lo que
hoy somos, creo que lo hubiese pensado y posiblemente hoy sería un
empleado”, sonríe.
Y no es para menos. Con grandes
dificultades, ambos empresarios cada mes reunían el salario del tercer
trabajador y para garantizar la compra de la leche de su hija, que nació
tras contraer matrimonio, al mismo empleado, que era un amigo cercano a
ellos, les prestaban dinero para suplir esa necesidad.
A medida que iban creciendo la planilla también se incrementaba. Pero
Ramsés y Alejandra se topan con un nuevo obstáculo: no sabían
administrar personal, pero además la presentación de ambos no era la
adecuada. “Nosotros no entendíamos qué era ser empresario, había una
alta rotación de personal pese a que los tratábamos bien. Luego supimos
que no habíamos puesto las reglas claras de la empresa”, admite
Alejandra.
LA CAPACITACIÓN
Actualmente estos emprendedores forman parte de un programa de
capacitación de la organización de soluciones empresariales contra la
pobreza, TechnoServe, donde han aprendido a mejorar la imagen de la
empresa, cómo buscar más clientes potenciales, cómo presentar el
producto. “El problema de nuestro producto es que no es tangible y toca
trabajar mucho con la mente de la persona para convencerlo de que te
compre”, afirma la empresaria.
Después de varios años de
maduración, Ramsés y Alejandra ven a su compañía dentro de cuatro años
en un local de tres plantas, con uso de energía solar, incrementar la
planilla de 11 a 22 y las ventas esperan que crezca un 320 por ciento.
Ambos
emprendedores aconsejan a las personas que tienen idea de negocios a no
tener miedo y dar el paso decisivo de una vez. “Hay que lanzarse al
mercado, ¿qué es lo peor que te puede pasar?”, dice Alejandra.
Contacto:
Propietarios: Ramsés Rivas y Alejandra Romero.
Dirección: Autolote El Chele de Altamira 2 cuadras al oeste, una cuadra al norte y cuadra y media al oeste.
Teléfono: 82375012 / 83314890
Correo: ramses.rivas@beesys.net
Web: www.beesys.net
Tomado del diario digital, www.laprensa.com.ni , Managua, Nicaragua.
Sección: Economía.
Jueves 21 de Julio del 2016.
Fecha Original: Miércoles 20 de Julio del 2016.
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viernes, 1 de julio de 2016
Bordan el éxito con tradición
Tras graduarse de Diseño Industrial decidió transformar el negocio familiar en una empresa que combina el éxito con la tradición.
Por: Lucydalia Baca Castellón
Crecer entre diseños infantiles, telas e hilos de bordar impulsó a Lilliam Marisol Téllez Mercado a estudiar Diseño Industrial, y desde que se graduó en 2005 su meta ha sido modernizar el taller de ropa infantil que su madre, Lilliam Mercado, manejaba desde 1985. Actualmente una de las metas de Bordados Marisol es fortalecer una nueva línea de productos que llamarán artística —incluye diseños exclusivos para iglesias— y paralelamente trabajan en el posicionamiento de sus productos en el mercado salvadoreño.
“Crecí con la idea de que este negocio me gustaba, por eso estudié Diseño Industrial porque siempre tuve la visión de que dedicarse al trabajo artesanal vale la pena. No fui como muchos hijos de artesanos que al crecer no quieren saber del oficio. Yo no, yo decidí que este negocio era rentable y que se podía mejorar y salir adelante”, asegura Téllez.Al graduarse Lilliam Marisol siguió su instinto, se integró de lleno al taller y a lo inmediato inició un proceso de modernización. El primer paso fue reestructurar la pequeña empresa, su padre Roberto Téllez decidió poner fin a varias décadas de trabajo en diversos bancos para hacerse cargo de las finanzas del negocio familiar. Y con apoyo de un proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), iniciaron la transformación tecnológica del taller.
“Debido a esos cambios ahora tenemos una contabilidad formal con un programa específico para la empresa y el taller se amplió. De ocho máquinas pasamos a tener 16, incluidas varias Overlock industriales y planas eléctricas. También se ordenó toda el área de producción y se definieron las líneas de productos, se introdujeron algunos que no se elaboraban como bolsos y accesorios y se mejoraron los diseños de las prendas de vestir”, relata Téllez.
Esta transformación permitió que la producción pasara de unas cuantas piezas a la semana a un promedio de cien, y que la fuerza laboral pasara de tres a 12 personas, entre costureras, bordadoras y vendedoras.
CAPACITAN A SU PERSONAL
Como la mayoría de empresas, esta también ha enfrentado la carencia de mano de obra calificada y se ha visto obligada a capacitar a su personal.
“Nosotros les damos la oportunidad a jóvenes que quieren aprender el oficio, mi mamá les enseña y la mayoría se ha quedado mucho tiempo con nosotros, porque el bordado tradicional es algo que está desapareciendo y no se encuentra gente que sepa hacerlo, incluso hemos tenido muchachas que con su salario han pagado sus estudios y se han vuelto profesionales”, dice Téllez Mercado.
Paralelamente inició el proceso legal de registro de la empresa que nombraron Bordados Marisol, bajo el lema “uniendo lo tradicional a la moda actual” definieron las líneas de producción.
“Porque ese es nuestro objetivo, el rescate del bordado tradicional pero incluyéndolo en prendas de vestir que sean atractivas para la mujer actual. Y aunque también hacemos piezas tradicionales hemos innovado en el diseño y corte de las piezas”, dice Lilliam Marisol.
Las líneas de producción que tiene esta empresa familiar son: prendas de vestir para dama, prendas para caballeros (especialmente camisas guayaberas), bolsos y accesorios y la línea infantil.
INNOVAR ES UNA DE LAS CLAVES
Aunque Lilliam Marisol es quien impulsa los cambios y está a cargo de los diseños, su mamá sigue a cargo de la línea de producción de ropa femenina y de la administración, porque “este negocio siegue siendo su vida, lo que le permitió concretar su sueño de ser independiente. Además ella fue quien inició la empresa con una máquina que mi papá le compró para que elaborara las piezas que luego entregaba en las tiendas”, dice.
Además de ofrecer las prendas en la sala de ventas situada en las instalaciones de la empresa, a nivel local también tienen distribuidores en Estelí y Granada; y a nivel internacional en El Salvador y Costa Rica. También realizan ventas a través de la página de la empresa en Facebook.
El salto al mercado internacional fue a través de los clientes extranjeros que han visitado el taller y que han decidido llevar las prendas al exterior por la calidad de las mismas.
La clave del éxito de esta empresa familiar en su tránsito hacia el relevo generacional y el crecimiento ha sido, según Lilliam Marisol escuchar la opinión de su madre por ser la persona que más sabe del negocio. Una excelente comunicación y el respeto entre los tres miembros de la familia que comparten responsabilidades en la empresa. Y finalmente, innovar constante.
“La innovación nos ha hecho avanzar mucho, de hecho hemos recibido dos premios por innovación. En 2012 ganamos el primer lugar de un concurso de innovación y diseño promovido por Movistar y Cadimo cuyo premio era una asesoría por dos años. En el 2014 recibimos un reconocimiento del Ministerio de Cultura por el rescate del bordado tradicional que es una técnica artesanal muy elaborada y ese año ganamos el segundo lugar del concurso nacional de artesanías”, detalla Téllez Mercado.
Los planes para seguir creciendo incluyen potenciar el mercado salvadoreño, fortalecer la línea artística para las iglesias católicas que incluye piezas únicas como manteles, mantos y otros, y seguir innovando con las guayaberas.
Contacto
Bordados Marisol está ubicado en Masaya, en el costado oeste frente a la antigua Estación del ferrocarril. Su teléfono es el 2522-3091. El correo electrónico: lilliammarisol@yahoo.com. La dirección de su sitio web es: http://bormarisol.wix.com/bordadosmarisol y en Facebook se encuentran como: Bordados Marisol.
Tomado del diario digital, www.laprensa.com.ni , Managua, Nicaragua.
Sección: Economía.
Viernes 01 de Julio del 2016.
Publicado por Josue B en 19:13 0 comentarios